martes, 23 de octubre de 2012

La fuente

Llega el otoño y vuelvo a mis paseos....
Acostumbro a caminar a la orilla del río, de mi Duero, al que cada vez le descubro una instantánea diferente.
Suelo ir también (menos) por el bosque de Valorio. Es el encargado de proporcionar el oxigeno necesario para la vida a la ciudad y a mi me suministra el oxígeno necesario para el alma...
Porque en estos paseos, no voy sola, llevo el susurro de Silvio, Aute...y desde hace unos meses me acompaña también la voz de Vicente.
Algunos días me pierdo por el casco antiguo, examinando piedras, campanarios y cigüeñas.
De todos estos paseos suelo dejar al ladito fotos que tienen solo el valor de captar momentos.
Pero hoy, mi unicornio me pide que las fotos las ponga aquí ...porque descubrió que en ellas se percibe latidos de nostalgia...Y me pareció bien!

En uno de mis paseos, una tarde pasada, pensé cambiar mi rumbo. Atravesé el bosque de Valorio como tantas veces y mis ojos se fijaron en una cuesta empinada que sabía que era de las que costaba subir...lo sabía porque no era la primera vez que lo hacía...o si...
La subía, hace muchos años, con mi madre y mis hermanos para llegar hasta un alto donde mis padres tienen una parcela cerrada con su merendero, las gallinas, los cerditos, los patos, los gatos, los perros, las palomas...y allí pasábamos muchas tardes y veranos...nuestro particular sitio del recreo.
La subía...pero parecía que hoy la subía por primera vez...me di cuenta que hacía muchos años y que aquella niña ya no era yo...otra persona estaba subiendo la cuesta...Me di cuenta que yo había cambiado pero el camino no.
Y la subí con la intención de ver una fuente...La fuente de los jubilados se le conocía popularmente...
Era donde íbamos a buscar agua alguna tardes de verano mis hermanos y yo y cuando nos dejaban ir, nos sentíamos mayores tanto que un trayecto de unos diez minutos se podían convertir en una hora.
Y allí jugábamos y esperábamos con infinita paciencia cuando salía poca por el caño. Lo tapábamos con la mano, contábamos..1,2,3,4.....53... y cuando lo dejábamos libre nos encantaba ver el chorro inmenso que salia de aquel manantial.
Cogíamos moras, flores, juncos para jugar al lazo...y allí fue, lo recuerdo como ahora mismo, donde aprendí a atarme las zapatillas, en una de esas esperas.
En fin, que tenía unos doce años la última vez que fui...
Este día no había nadie, pero la fuente estaba igual...aunque a mi me pareció mas pequeña.  La percepción de las cosas cambia con el tiempo.
Tanto me gustó la visita, tanto recordé, tanto disfruté salpicándome de recuerdos... que quise volver con mis hijos. Javi tenía sus cosas y Miguel me dijo:
-Mamá, mañana voy contigo.
Se ve que se emocionó al escuchar mis recuerdos.
Y así, el sábado pasado, nos enfundamos el chándal y comencé el mismo recorrido que la tarde anterior pero con otra compañía.
Al llegar, había un hombre mayor cogiendo agua con dos garrafas. Yo quise esperar para sacar una foto a Miguel junto a la fuente pero viendo que la cosa iba para rato...Miguel me dijo:
- No te preocupes mamá,la dejo en mi  cabeza y la recuerdo...
Sonreí y volvimos cogiendo juncos y trenzando unos lazos...







2 comentarios:

  1. preciosos recuerdos, natty.... y lindas fotos... qué suerte compartor esas vivencias con miguel y que además las compartas ahora con nosotros, desde aquí....
    pero no tengas nostalgia de ayer... el hoy también lo está siendo (ayer)...
    esto que llamammos vivir es en realidad un sueño... solamente que muy vívido....
    :)
    otra vez, gracias

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  2. gracias por tu visita, Juan Miguel. soy nostálgica....pero también intento vivir el sueño!!

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