El trovador lo tituló Segunda Cita y allí poco a poco se fue tejiendo una red que llamaron abeja; y una tela, con hilos de todos los colores. Ese paño lo adornaban colibríes, arcoiris, unicornios...
Algunos bordaban, otros hacían punto de cruz, otros incluso lo deshilachaban pero siempre se volvía a remendar.
Ese tejido se hizo tan grande que se extendió por medio mundo.
Pues bien, en estos días llegó a mi país el culpable de que tantos laboremos con él en esta hazaña. Incluso se acercó a mi rio pero no lo suficiente. Se ve que me esperan emociones mas fuertes
No muy lejos de mi casa fuimos mi hijo y yo a escuchar sus historias, su comienzo y su trayectoria. Recibió en León un premio digno de un poeta como es él e incluso tuvimos la suerte de escucharle cantar cerquita
Hermosa tarde para no olvidar y por ello mi unicornio se encarga de guardarla aquí.
Y por fín llegó el día feliz.
Muchos nos hemos convocado en Madrid esa tarde.
Nervios..., muchos.
Muchos nervios porque hace demasiado tiempo que somos víctimas de un aislamiento largo y duro donde el dolor ha sido el protagonista. Y después de tanto dolor y de tantas sonrisas escondidas...necesitabamos un evento como este porque la música siempre nos salva y nos une.
Y no podía ser otro que él, nuestro querido Silvio, quien nos sacara de ese aislamiento y abriera de nuevo nuestro mundo.
Y fue precisamente Silvio quien nos dio la oportunidad de ese encuentro. Allí hubo abrazos, besos y fotos porque no queríamos olvidarlo.
Después de tantos nervios y emociones entramos en el pabellón.
El bullicio y el jaleo se transformó en aplausos. Allí estaba nuestro querido trovador y ya solo hubo emociones contenidas y otras no tanto, que acompañaban sus canciones con improvisados coros y aplausos sin fin.
El con su guitarra, Niurka con su flauta, Malva con su piano y el resto de los músicos hicieron un concierto inolvidable, inmenso, gigante, brutal transmitiendo magia con sus (nuestras) canciones de siempre.
Precioso momento cuando sentimos la presencia de Aute con la voz dulce de Malva y su maravillosa interpretación al piano.
Silvio, a su lado. Ternura.
Así fueron pasando los minutos, las horas, con un estadio lleno que no quería marcharse. Yo aún sigo allí....
("...Y hubo tal silencio el día que nos tocaba olvidar, que de tal suerte yo todavía no terminé de callar...")
Las fotos no son todas mías pero son de amigos segundaciteros o troperos.
Con permiso, mi unicornio las trajo
Gracias, Silvio, por hacer posible un mundo mejor.
Gracias a todos las iberiaciteras y troper@s por compartir tantos momentos lindos
Ahi estuvimos celebrando con mi primer mojito (jajajaja)claramente no será el último.
